NM250 - 0912
El 20 de septiembre de año del
señor o de la divina madre (por equidad de género) del 2012 mientras escribía sobre el dibujo del árbol de
personalidad en el taller: “La inteligencia del éxito: el sentido de vivir con
un propósito”, uno de los talleristas de apellido Rolo me preguntó:
Carlos, ¿crees que esto me sirva para encontrar
un buen empleo?
Inmediatamente tuve el
condicionado reflejo de llenarlo de palabras de confortación y seguridad, con
el convencimiento, que si él salía con mayor seguridad en sí mismo y sus
objetivos; el Instituto de Desarrollo Humano y yo mismo habríamos realizado una
buena misión.
Empero, me deje acometer por las
dudas. ¿Realmente, lo que necesitaba Rolo para encontrarle sentido a su vida
era un buen empleo? ¿Qué era un buen empleo para Rolo? ¿Qué es un buen empleo?
Felizmente Rolo no percibió mi dubitación,
la cual pudo haber sido interpretada como dudas sobre su propia condición; simplemente le dije que en las provincias
podría tener una mejor oportunidad, que la capital era un lugar atestado de
oportunidades pero también de competidores de toda índole.
Súbitamente saco un mapa del
bolsillo izquierdo de su chaqueta y me requirió, ¿¡dime a cuál de ellas ir!?
Ayer Rojas –que había sido
realmente su apellido- me llamó para incorporarme a la función pública en el
distrito de su jurisdicción. Hoy hago fila para llenar la declaración de bienes
correspondientes, previo a la firma del contrato de asesor.
Ph.D Carlos E. Montúfar
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