domingo, 20 de septiembre de 2015

NM 250 0912

NM250 - 0912

El 20 de septiembre de año del señor o de la divina madre (por equidad de género) del 2012  mientras escribía sobre el dibujo del árbol de personalidad en el taller: “La inteligencia del éxito: el sentido de vivir con un propósito”, uno de los talleristas de apellido Rolo me preguntó: Carlos,  ¿crees que esto me sirva para encontrar un buen empleo?
Inmediatamente tuve el condicionado reflejo de llenarlo de palabras de confortación y seguridad, con el convencimiento, que si él salía con mayor seguridad en sí mismo y sus objetivos; el Instituto de Desarrollo Humano y yo mismo habríamos realizado una buena misión.
Empero, me deje acometer por las dudas. ¿Realmente, lo que necesitaba Rolo para encontrarle sentido a su vida era un buen empleo? ¿Qué era un buen empleo para Rolo? ¿Qué es un buen empleo?
Felizmente Rolo no percibió mi dubitación, la cual pudo haber sido interpretada como dudas sobre su propia condición;  simplemente le dije que en las provincias podría tener una mejor oportunidad, que la capital era un lugar atestado de oportunidades pero también de competidores de toda índole.
Súbitamente saco un mapa del bolsillo izquierdo de su chaqueta y me requirió, ¿¡dime a cuál de ellas ir!?

Ayer Rojas –que había sido realmente su apellido- me llamó para incorporarme a la función pública en el distrito de su jurisdicción. Hoy hago fila para llenar la declaración de bienes correspondientes, previo a la firma del contrato de asesor.

Ph.D Carlos E. Montúfar

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