martes, 20 de abril de 2010

Cerebro, mente, lenguaje y cultura

SEMINAR INTERNATIONAL Análisis sobre el texto, “La humanidad de la humanidad” de Edgar Morin
Estudiante: Carlos Efrain Montufar Salcedo

For the Degree of Doctor PhD in Anthropology ATLANTIC INTERNATIONAL UNIVERSITY

Publicacion realizada como cumplimiento parcial de los requerimientos académicos de AIU. www.aiu.edu

Cerebro, mente, lenguaje y cultura

Parte I: Introducción

Imaginémonos por un instante, que intentamos observar nuestro medio circundante con un lente color rosado. Todo objeto observado tomará la tonalidad del lente. Nuestro mundo circundante, será un mundo rosado. Nuestra visión será real, desde el punto de vista que así es percibida por nuestra conciencia, sin embargo, en la realidad exterior a nuestro lente, la tonalidad rosada se convertirá tan solo en una ilusión óptica. De manera similar Edgar Morín intenta decirnos, que el principio de reducción y de disyunción de las ciencias impide pensar lo humano. Es el modo de conocimiento lo que inhibe nuestra posibilidad de concebir el complejo humano. La ciencia humana precisa de un enfoque existencial que conceda su parte a la angustia, al goce, al dolor, al éxtasis.

Es más, este paradigma aplicado a la historia reciente, le hace plantearse que todas las grandes religiones, incluso el comunismo creo sus propios mártires, héroes, ejecutantes y perseguidores. El humano crea su realidad. Esta no fue solo una nueva religión sino un verdadero fenómeno el cual transformó nuestro siglo (Morin, E. 2006).

Conocer lo humano no es separarlo del universo, sino más bien, situarlo en él, permitiendo que la inteligencia telúrica invisible e inimaginable sea parte de nuestro campo de estudios. La ciencia es producto de la cultura y es ella al mismo tiempo que facilita el aprendizaje, lo limita, pues impone patrones al clasificar, dividir y segmentar la realidad, sin poder acceder a la percepción del todo.

El ser humano, es, por consiguiente participe de su propia formación a través de sus experiencias y creencias (mitos), de la misma manera, que es producto de la evolución natural de la vida. Podemos comprender, que la base estructural del ser humano, comporta orígenes naturales, su cuerpo, su sistema nervioso, su estructura muscular y linfática. Su auto formación corresponde a la cultura y sus creencias mentales y espirituales, su propia noosfera y auto percepción y definición de sí mismo, se relacionan con lo aprendido, lo auto creado y manifestado. Recientemente, se ha estudiado, como los prejuicios de una época y cultura afectan inclusive de forma preponderante la mirada del investigador (Willow, A. 2010).

Esta dicotomía permite incertidumbre en sus decisiones y en su vida, pero en paradoja, le dota de una potencialidad exigente y vasta, que permite promocionar su propia evolución y creación. Una gran parte de lo que denominamos ser humano, es producto de sí mismo, por consiguiente modificable. Esta aseveración dota de esperanza a la realidad de enfrentarse a los fenómenos sociales de la tecno burocracia, capitalismo de explotación y otros no con utopía sino con poesía, a través de la celebración de la vida, la fiesta, la comunión, la alegría, el amor. En resumen, modificar nuestra manera de progresar (Morin, E. 2006).

La comprensión de esta realidad de auto creación, permite a diversos autores de plantear el auto desarrollo espiritual. La importancia del servicio al otro, radica en la comprensión, que cuando lo hacemos, en realidad nos estamos sirviendo a nosotros mismos. Ese alguien (otro) es un espíritu en relación intima con nosotros mismos, aunque no seamos conscientes de dicho lazo. El servicio al otro, es el fin en sí mismo de vivir. Cada ser humano tiene sus propios dones, y ellos son su estrategia de servicio, su especialidad, su valor añadido como dirían los economistas (Far, Jarl 2006).

Parte II: El ser humano bio social, particularidades de comportamiento, imaginarios, mitos y nebulosidades de lo interdisciplinario

Entre las particularidades de comportamiento y vivencia del imaginario humano, podemos establecer la dicotomía entre racionalidad y mito, elementos complementarios y antagonistas al mismo tiempo.

La racionalidad humana ha estado firmemente relacionada con los sistemas productivos, la racionalidad se ha fundamentado en los criterios de mejores resultados con el menor esfuerzo o inversión. Considero ha este tipo de racionalidad como “racionalidad productiva”, aunque por sus consideraciones y consecuencias, también podría ser racionalidad expoliativa. El desarrollo técnico se ha efectuado, cada vez más, al servicio del sueño de dominar las tierras, los mares y el cielo, expoliando la vida natural, que se convertiría en un simple recurso. Es así como el proceso de globalización, busca integrar a la población pobre en su trama, (Bourguignon, F. 2007) pero no logra diluir las desigualdades. Justamente porque este proceso tiene el fundamento de la conquista sobre la naturaleza en su esencia. Inclusive la racionalidad ligada al culto al trabajo ha sido puesta en crítica, el paraíso no es el pleno empleo, la interacción social existirá aun sin empleador. Vivimos el mito del trabajo (Hodgkinson, T. 2005).

Nuestra racionalidad, nos cimentaba una posición privilegiada en tanto cumbre de la evolución y de la racionalidad. Autodenominados animales racionales, ningún otro ser podría ostentar un mejor posicionamiento en el universo inteligible, a excepción, claro de los dioses y sus mitos. En la Antropología filosófica, esta visión estaría en coherencia con la teoría Esencialista o Dualista, que separa radicalmente al hombre de los animales. Según Oscar Sierra, uno de los miembros de esta tendencia, el hombre es el que razona al animal, en cambio el animal por no tener raciocinio no puede razonar al hombre.

La antropología y los antropólogos, sociólogos y otros cientistas sociales calificaron a los mitos y los dioses como característica primordial del pensamiento primitivo, sin una definitoria clara en relación al tiempo del hombre primitivo. El gran despegue de la hominización parte de hace seis millones de años, según L. Leakey entre dos y tres millones, M. Brunet habla de 5,8 a 5,2 millones, siendo el Ardipithecus ramidus encontrado en Etiopia, el más veraz descubrimiento sobre la ancianidad del hombre. Sin embargo considero que el pensamiento mágico y mítico, no es una característica exclusiva del hombre antiguo o primitivo. De la misma manera como el aspecto racional, no es un producto exclusivo del hombre moderno.

Existe un estudio sobre las características de los dioses griegos, quienes son inmortales, poseen abundancia y grandes poderes, siendo la antítesis del hombre, sin embargo el universo no estaba concebido para los hombres y los dioses actuarían en interés propio y solo convergerían con los deseos humanos en casos de interés mutuo. Así, se promovería la idea de los dioses únicos, comprometido con el hombre, superando en expectativas a los dioses paganos (Reimers, P. 2004). El ser humano elegiría a sus dioses de acuerdo a sus necesidades.

Desde esta perspectiva la dicotomía racionalidad – mito es más bien una complementariedad permanente que habla de la historia del hombre desde sus inicios hasta el momento actual. Pues, el mito es considerado producto de entidades omniscientes, pero esas entidades también existen en la sociedad del hombre moderno.

La importancia del mito, se desprende en el ritual que conlleva, el cual opera la comunicación con lo divino, por la inmersión en las aguas madres (bautismo), absorción de la sustancia divina (eucaristía) y otros. Estos aspectos conductuales y rituales, absorbidos en las corrientes religiosas, pone de manifiesto el carácter mítico y ritualista del ser humano, sin importar las épocas ancianas o modernas. Probablemente las facetas varíen, pero la naturaleza permanece.

El sacrificio puede ser considerado un rito. Es una respuesta a la angustia, incertidumbre, ofrenda a los dioses, obediencia a las exigencias de ellos. Es un acto que busca la reciprocidad como principio, de allí la importancia de los holocaustos provocados a cambio de benevolencia divina. La muerte, en su ritual paradójica, manifiesta la vida, por transformación. Estos ritos manifestados en el sacrificio cumplen una importante función antropológica y es garantizar la cohesión social, reforzar la comunidad, identificarla consigo misma y diferenciarla de otras con otros dioses y ritos, finalmente canalizar la violencia endógena.

Existe el deseo mimético, que es producido a partir de lo que tiene o es el vecino, siendo básicamente un deseo positivo que nos lleva mas allá del animal, sin embargo cuando la rivalidad mimética se desarrolla, genera el conflicto. Creando una lucha de todos contra todos. Solo la creación del borrego emisario, como víctima y expiación del conflicto. Esta misma víctima se le otorga el don de restablecer la paz y el equilibrio, siendo responsable del orden nuevo, esto lo llama Girard “transferencia doble” (Rulo, K. 2009).

Todo este contexto mítico es parte de la noosfera humana, ese universo individual y colectivo de las cosas de la mente. Universo desdoblante, transformador y transfigurador de lo real, sin embargo, deseos y temores, imaginarios y sacrificios son parte de la realidad, una vez que se convierten en motivos de conductas. El momento que pedimos a nuestras ideas, seguridad y salvación, estas han sido convertidas en mitos. Eso explica fenómenos como la confesión de crímenes jamás realizados por personas bajo el sistema de Stalin (Koestler, A 2007).

En la sociedad moderna, considero que los mitos, ritos e imaginarios continúan a ejecutar una influencia determinante. A manera de ejemplo, la situación carcelaria en el mundo entero. El proceso de encarcelación denota un ritual de purificación del pecado, sacrificio del culpable, eliminación del mal, eliminando lo maléfico (pena capital en ciertos países). Esta conducta legal, analizada desde la perspectiva del rito nos aporta las nociones del sacrificio, de la sanación del culpable a través la expiación de sus culpas (encarcelación). Produciendo la calma en la sociedad, aislando lo maléfico. Aun la presencia del mito puede establecerse en aspectos legales y simbólicos como las constituciones escritas (Pettys, T. 2009).

En la hermenéutica, en tanto rama teórica de la Antropología filosófica, el hombre no es algo que viene dado “esencialmente”, sino que se configura a través de sus relatos, mitos, narraciones, saberes, creencias, construcciones culturales. En todo esto tiene una importancia capital el lenguaje, que le brinda la posibilidad de expresión y de “sentido”, pero también le muestra sus límites.

El hombre no está “atado” a algo fijo o estático, sino que se va configurando. El ser humano se debe a un desarrollo temporal (historia) y a la vez a un “proyecto” que le configura como alguien en desarrollo, nunca acabado. En esta historicidad, el hombre no es un espectador imparcial de los fenómenos, sino que se ubica frente a los mismos desde presupuestos “heredados” (tradición o ritos) que le orientan. El punto de vista de esta escuela hermenéutica, concuerda con la concepción que el ser humano es en parte una creación de sí mismo, al menos en lo que se refiere a su concepción de sí mismo y de su realidad circundante. Este hacerse a sí mismo a través de un estilo es ejemplificado en una entrevista imaginaria realizada por Geertz (Geertz, C. 2009). Esta percepción, modifica su conducta y con ella, conlleva cambios ingentes en su medio ambiente natural. Uno de los ejemplos más fidedignos es la sacralidad asignada a la vaca como símbolo religioso en el hinduismo y su utilidad racional en el mundo occidental, en tanto aporte proteico humano.

La muerte es un fenómeno vital, pues no existe muerte sin vida. Como tal, es un ente racional, una realidad tangible. A partir de esta “realidad vital”, el ser humano elabora sus mitos y sus imaginarios. A partir no solo de ella, sino de la relación que establece con ella “la muerte”.

Negarla, por ejemplo, en las sociedades occidentales, ha sido un recorrido eterno. El entierro, el alejamiento, para evitar el contagio con los vivos. Desterrarla al cementerio, calcinarla. Sin embargo, demostrando la diversidad de relaciones coyunturales, en África central (negra), la relación con la muerte y el difunto es muy diferente. El ritual se basa en la reagrupación familiar, por lo que se espera varios días, antes de iniciar el ritual. Este incluye, baile, comida y danza, con el fin de despedirse del difunto y establecer relaciones al futuro. El espíritu del difunto se convertirá en un intermediario de favores entre la divinidad y los supervivientes. Se mezcla la tristeza de la desaparición física con la benevolencia de poseer un intermediario ante del destino. El cuerpo del fallecido no es aislado, las bien se mantiene un contacto intimo hasta el momento del entierro. Varias culturas Bantus, manifiestan estos rituales, desde Burundi hasta el Congo.

Esta comparación, sin llegar a ser oriente – occidente de punto de vista cultural, nos plantea la importancia de la interpretación de los fenómenos, de cada sociedad, en cuanto a la modulación de sus reacciones y acciones cotidianas. Si la muerte es la antítesis de la vida, los vivos haremos lo imposible por negarla. Si la muerte es concebida una parte del proceso de la vida, la aceptaremos e integraremos más fácilmente en nuestro paradigma de vida. Sin embargo esta separación oriente – occidente, podría ser una metáfora simplemente (Corm, G. 2009). Aun la historia podría ser una construcción del imaginario. En el texto, sentido común como un sistema cultural Geetz nos habla del proceso de aprehensión de la realidad, el juicio y la evaluación usando los sentidos de manera inteligente. Ello es parte de los procesos culturales universales. Sin embargo también se refiere a la debilidad de quien percibiendo los hechos no sabe construir un juicio inteligente y oportuno. Finalmente quien juzga y conoce la realidad pero no se aplica a ella carece de inteligencia. (Geetz, C. 2009).

En el ensayo original del profesor Morin, se instaura una trinidad, que está estructurada en el siguiente cumulo relacional:

- Individuo, sociedad, especie

- Cerebro, cultura, mente

- Razón, afectividad, pulsión

Morin concibe esta triada de forma paradójica, dialógica, en complementariedad, oposición y confrontación, pero integradas en una misma dinámica vital.

Considero que la intensión del autor, es estructurar un método, capaz de incorporar las dimensiones biológicas e imaginarias (sociales, culturales, filosóficas) de la conducta humana. Reformando el instrumento epistemológico de nuestra aprehensión de la realidad, debatiendo el orden soberano de la linealidad causa – efecto. Incorporando una visión de sistema, en ondas repetitivas y auto reproductivas, reformando la forma de pensar. Incorporando la multidisciplinari edad, la paradoja, llamado por él, lo dialógico, en busca de la complementariedad con los opuestos. Percibiendo el todo en la parte y viceversa.

Sin embargo, la profundidad de su manera de aprehender la naturaleza humana, sufre de cierta nebulosidad, producto natural de la mezcla de métodos y percepciones de las diversas disciplinas, tanto sociales como biológicas. Considero en lo personal, que si bien, el intento intelectual de asumir los diversos métodos y de tejer un tejido epistemológico capaz de abarcar la realidad global es muy loable y abre un nuevo camino a las ciencias, se requiere una sistematización por sectores para producir una mirada más clara del análisis del ser humano y su entorno.

Al analizar la historia de las sociedades, encontramos la alusión a la prohibición del incesto como pedestal de la diversidad en las sociedades, permitiendo la creación del tejido social de forma más amplio y diverso. Aun desde el punto de vista genético, la prohibición del incesto es propicia a evitar la potencialidad de los problemas genéticos heredados, al disminuir la posibilidad de malformaciones, al permitir la mezcla de genes saludables con los afectados.

Es decir que la diversidad en la unidad o “uñitas multiplex” es más cercano a la naturaleza del individuo, que la visión segmentada de las especializaciones no comunicantes. Aun la biología nos muestra la importancia de esa diversidad en la unidad para favorecer el correcto desarrollo de la vida.

Si no hay otros yo, no hay yo decía Tchouang-Tse. Este filósofo percibía el uñitas multiplex en la unidad – diversidad del yo. La ciencia determinista ha disuelto al sujeto. Ser sujeto es situarse en el centro del mundo, tanto para conocer como para actuar. El otro en realidad es una necesidad interna, existiendo una permanente conectividad con él. Esa necesidad es el reconocimiento, autoafirmación, la necesidad de la mirada del otro para existir humanamente.

El otro eres tú, algunos autores incluyen el otro a toda la variedad de seres vivos. El reconocimiento que no estás solo en el universo y de que el otro es parte de ti mismo, nos lleva a una inmensa plenitud. (Far, Jarl. 2006).

El yo puede depender o dejarse influir de tal manera por el superyó, que el individuo puede ser poseído subjetivamente por la representación de dios, el mito o una idea. Quisiera añadir que el ser humano en las sociedades occidentales actuales y también en oriente, sobre todo en las ciudades de los países de economía emergente del Asia, esta sujetado de manera muy profunda al mito del dinero. Con pocas excepciones, los ciudadanos están prestos a realizar una gran variedad de actividades que no les gustan o que inclusive causan menoscabo de su propia salud individual y ecológica, con el objetivo de obtener dinero a cambio. Aun en los países del denominado tercer mundo, con causas económicas comunes, las revoluciones no han logrado una homogenización del pensamiento y el actuar común, sino lo contrario (Geetz, C. 2007).

Este pensamiento de la paradoja se extiende a los géneros. Cada sexo lleva al otro de forma recesiva. En un hombre existe lo femenino y viceversa. Extrapolando la paradoja hacia el campo de las edades, aun nuestro cuerpo deja de ser literalmente el mismo varias veces en nuestra vida. De igual manera, la infancia, la adolescencia, no desaparecen en la edad adulta, son recesivas.

Esta alteridad permanente y continua se funda en el paradigma de la paradoja. El pensar de manera analógica permite unir lo separado y establecer vínculos entre los supuestos opuestos. De la misma manera comprendemos que el pensamiento lógico mantiene al mítico en paradoja. El mito no ha podido ser expulsado de la racionalidad moderna. Comprendemos que en toda sociedad habrá racionalidad, mitología y religión. Recapitulando, la paradoja como método científico – filosófico. Inclusive las traducciones de los libros Bíblicos son sensibles a la cultura, el distanciamiento, etnocentrismo, conduciendo a la miopía teológica (Richmond, V. 2010).

En un mismo escenario, un ser humano podrá hundirse o emerger como el caso de una refugiada judía en los Estados Unidos, que logra obtener su doctorado en Yale a pesar de su compleja situación (Bourgignon, E. 2007).

Aun más allá, la visión del pensamiento paradójico nos devela un poderoso instrumento de análisis de la realidad. Así, tras lo racional se enlaza con lo irracional, la locura, el delirio. Según los griegos el hybris. La paradoja es un equilibrio. La cultura y la sociedad permiten el control, la norma, las prohibiciones que equilibran las pulsiones destructoras del hybris. Este delirio que produce el asesinato sin causa (demens) que elimino al Neanderthal en las manos del Cromañón, antepasado del sapiens. Lo racional que equilibra al megalómano paranoico. Lo paranoico que ilumina la insípida racionalista. Equilibrio.

Así como la racionalidad tiene su paradoja en la locura, existe la base de la locura que es la afectividad. Afectividad a veces delirante. Es la afectividad la trama que al exacerbarse se enuncia en locura. El amor y el odio permanecen a este campo. El amor diviniza, el odio demoniza. Más allá de la lógica, la afectividad es omnipresente.

- La locura como el lado oscuro o el revés de la vida

La locura es un problema central del ser humano y no solo su desecho o enfermedad. Prefiero referirme en términos del lado oscuro en cuanto paradoja de un lado iluminado o conocido. La libertad es el espacio que permite el crimen y al unísono la civilización permisiva y creativa que permite los grandes avances como sociedad humana. La locura como lado oscuro permite al espacio iluminado verse a sí mismo, sin oscuridad no habría luz, sin luz no hay sombras.

- Realidad y esperanza

A pesar que el ser humano no ama la realidad, como dice el poeta T.S Eliot “Human kind cannot bear very much the reality” encuentra en el mito el consuelo imaginario al sufrimiento que esa realidad le produce. La estética, la poesía le permiten vivir plenamente la realidad superando su horror. El rito aleja al ser humano de la incertidumbre. Así nacen ritos de supervivencia como la religión de la nación o la reproducción. La familia cumple un rol de esperanza al futuro, prolongando a veces un sin sentido pero dándole sentido a si mismo gracias a su permanencia biológica (hijos).

A pesar de que no podemos dominar más que local, provisional e imperfectamente la realidad para hacerla obedecer a nuestros deseos, sabiendo que el exceso de dominio se vuelve contra nosotros. Nos queda entonces, en tanto sociedad y especie la búsqueda de la bondad y la comprensión como valores y fines de vida y existencia.

Regresamos en espiral, al punto de partida místico, de los frutos del espíritu. El amor a la vida como plataforma que nos permite la alegría, la paz, la paciencia, la bondad, la benevolencia. Sin embargo, considero en contraposición a Morin, que la bondad y la comprensión son el resultado ultimo del amor al entorno, a la vida y a sí mismos como especie e individuo. Solo desarrollando el amor podremos en tanto especie permitirnos la bondad y la comprensión a la vida y a lo vivo.

Solo el amor como fin último permitiría a la especie, multiplicarse en la incertidumbre del mañana. Caso contrario, la negación a la descendencia, evitando dejar deudas al futuro, evitando la prolongación estúpida de una especie sin sentido y ecologicocanibal podría convertirse en la estrategia ultima de toda una civilización auto englobada.

Estos cambios se generan de la mano de la educación. L importancia del contacto con la realidad, es fundamental en las escuelas, solo percibiendo la naturaleza podremos comprenderla (Kozer, Joy 2008). Este autor nos dice que el análisis de campo introducido en el pensum de estudios, facilita este acercamiento. En el mismo sentido, existen tendencias en la sociedad que buscan encontrar derroteros que faciliten la emergencia de nuevas opciones para las poblaciones en estado de marginación a través de la educación (Bourgignon, F. 2008).

- Estados y megapolis

Cuando el análisis incumbe al estado, como expresión social, nos encontramos con la visión paradójica de la maquina dominadora y esclavizante y al mismo tiempo unificadora y civilizadora. Los grandes imperios se han desdoblado en estados, donde basados en la imagen divina se entroniza a los reyes o a los presidentes. Así, inclusive las grandes democracias actuales, por ser sujetados mentalmente, tienden a sujetar a otros. Esto explica las invasiones territoriales de las democracias más avanzadas en pleno siglo XX. El estado es una formidable potencia de dominación, subyugación, agresión y predación y al unísono civilizador y capaz de engendrar las más grandes creaciones desde la muralla china al Golden Gate.

Si bien el método filosófico de la paradoja de Edgar Morin, nos desvela los contrastes o los colaterales de toda empresa, haciéndonos conscientes de que al otro lado de la civilización esta la barbarie, pienso que nuestra responsabilidad es ir mas allá de la conciencia y elaborar una trama de acción que magnifique lo posible de lo positivo de la paradoja y minimice las pérdidas de los colaterales.

En el caso concreto del Estado. ¿Cómo minimizar su acción deletérea de dominación, sin menoscabar su ímpetu civilizador?

Considero que un error es incrementado en relación a la talla del fenómeno o estructura que lo produce. Más destructor es el golpe, cuando el martillo es más grande. El tamaño del estado tiene una influencia importante sobre su sistema de dominación y perjuro. Desde ese punto de vista podríamos pensar que también se reduciría su capacidad de civilización y construcción. Sin embargo, la capacidad de construcción del estado también se basa en cuanto a su poder económico y el grado te tecnificación. Sin menoscabar la disminución de potencial de un estado en relación a su tamaño, podemos decir que si tiene un desarrollo tecnológico, de capital y humano, su disminución cuanto a impacto será menor.

En consecuencia la creación de estados – regiones podría ser una alternativa a los megaestados predadores (Ohmae, K. 2005). Reducir el tamaño de los estados, podría volverlos más interdependientes y por consiguiente menos proclives a la depredación y el vasallaje.

Luego de lo expuesto, me veo en la obligación de introducir el criterio que un pueblo sujetado tiende con el devenir de la historia, a sojuzgar a otros. El estado también puede ser una formidable potencia de dominación, subyugación y agresión depredadora. El estado puede ser emancipador y opresor igualmente.

De lo expuesto se destaca, que la organización no se basa en un orden total mecanicista, de la misma manera que las comunidades fecundan la rivalidad entre ellas, y por consiguiente un esquema de autoridad coercitiva no es suficiente para establecer el orden en la organización social.

El sujetamiento del individuo a la sociedad es otro factor ineludible tanto como la dialógica y la organización espontanea, sin olvidar la importancia del amor en tanto precursor de acciones nobles y motivador principal de la humanidad.

La excesiva represión estatal ha sido caracterizada como factor de infrautilización de las poblaciones, sin menoscabar la influencia de la regeneración social y generacional como elemento renovador de los sistemas sociales.

Edgar Morin nos plantea que la historia conoce no solo la llegada de lo improbable, sino el éxito de lo involuntario. En este contexto, el mito es un agente de historia, por su fuerza endógena capaz de crear acción en los actores humanos. Su fuerte carga emotiva es agente movilizador de voluntades. En las culturas, fuente justificante de las civilizaciones, el mito ha apoyado las acciones de conquista y depredación, hasta eliminar a las culturas enemigas, es el caso del dios Aton con la llegada del panteón egipcio o de los dioses romanos, caídos ante el dios cristiano o del imperio inca ante la llegada de Europa y la iglesia católica.

Bell nos hablaba sobre la dificultad a enterrar el fin de las ideologías, es decir el fin de los mitos en forma de ideología. Su analogía, nos permite, cual signo de alerta, identificar la peligrosa proximidad entre mito e ideología.

El desarrollo técnico y económico ha sido erigido en nuestra época y en nuestro zeitgeist como idolología y mito a expensas del desarrollo psíquico y moral, convirtiéndolo en una dicotomía, tipo: Eros – Tanatos.

Christian de Duve nos prevenía: La humanidad afronta un monstruo pluricéfalo que ella misma ha engendrado. Combatir cada cabeza es ineficaz. Combatirlas todas es hercúleo. Entre las cabezas del monstruo pluricéfalo tenemos las siguientes:

- La productividad económica elevada al dogma de religión universal

- El irrespeto a la naturaleza viva, que ha causado el envenenamiento planetario

- La ausencia de valores éticos y estéticos en cuanto proyecto de vida

La productividad elevada a dogma a facilitado a la humanidad, de elegir el camino más fácil y más rentable en el nivel industrial sin tomar en cuenta los efectos colaterales, tanto sobre el universo finito que acoge a la especie (naturaleza) y sobre su propia mente, la transformación del ser humano en un simple utensilio de producción y consumo.

El irrespeto a la naturaleza vida que con el pretexto del desarrollo tecnológico y el consumismo ha desbocado las fuerzas destructivas y contaminantes de la industria, consumiendo todo lo vivo, acarreando uno de los más grandes “animalicidios” de la historia humana.

Algunos autores nos hablan inclusive de la crisis general del industrialismo (Toffler, A – 2007). Se manifiesta también que junto a los grandes avances en la neurología y el cosmos, se presenta un rechazo de las religiones hacia la ciencia, situación que amplía el desequilibrio entre en la sociedad (Toffler, A – 2009).

Parte III: El silencio humilde del justo medio oriental

La pérdida de objetivos y proyectos de vida en tanto individuos y sociedad cobra su deuda a nuestros conglomerados humano. Una vez que el ser humano para sobrevivir socialmente debe esclavizarse al sistema laboral, pierde su capacidad de vida impregnada por valores estéticos y éticos. Si para sobrevivir, el individuo debe plegarse a la voluntad de las instituciones donde trabaja, incluyendo el estado, comprendemos que pierde la capacidad de vivir en coherencia con la ética y los valores. Impregnado por el zaitgeist de su época, el individuo camina con elegancia pero con torpeza de fines hacia su propio daño. Felizmente en este mundo incongruente, diversos autores plantean cierta objetividad de supervivencia, como la importancia de la disminución del efecto invernadero de los países más industrializados (Bataille, C. 2007). En la paradoja, es un ejemplo de lucidez.

Debo añadir que la compleja especialización del trabajo, generada a través de la división laboral, ha destruido la capacidad artesanal del individuo, su independencia y autonomía, transformando al ciudadano en un “homo inútil” que no es capaz de fabricar sus propios utensilios. La especialidad laboral convertida en dependencia social.

Edgar Morin nos acompaña con el pensamiento de que si la guerra es testimonio de la incapacidad de regular de forma compleja los problemas fundamentales del hombre y sociedad. ¿Existe una manera de prevenirlos? Pienso personalmente, que la guerra no es solo el resultado de la incapacidad de negociar y de comprender al otro, sea este otro una cultura o una sociedad – país. Pienso simplemente que la guerra es también un negocio, y es visto como tal de acuerdo a los intereses de los grupos de poder. Este posicionamiento evidencia la alienación al dinero que poseen los grupos sociales organizados. El ser humano en definitiva, calculador por objetivos ruines y egoístas. Más vale el dinero producido por una guerra que las vidas humanas. Es otra constatación, de que el otro no existe en la percepción del yo humano. Solo así se puede explicar, claudicar los humanos en memoria del altar de lo material (dinero).

Victor Hugo, nos decía, que primero fue necesario civilizar al hombre en su relación con el hombre (me pregunto si se puede aplicar el tiempo pasado en esta idea). Ahora es necesario civilizar al hombre en su relación con la naturaleza y los animales.

Morin nos replantea, si así puedo comprenderlo, en la revisión de los genéricos, en ese contexto, Leonardo da Vinci nos decía que todos los elementos, cuando están fuera de su sitio natural, desean volver a él, principalmente el fuego, el agua y al tierra. Pero nosotros los humanos no tenemos un sitio natural exclusivo. Queda el apego a la íntima naturaleza, que se expresa en la falta de modestia de las emociones humanas, sexo y aventura incluidos, como nos deleitan las aventuras de Bataille (Bataille, Georges 2009). A veces esos arrebatos emotivos son el nido seudo natural, ángulos de partida y encuentro.

Finalmente, podría intentar resumir y criticar la obra de Morin en dos aspectos o ejes conceptuales de análisis:

 Pertinencia del pensamiento paradójico en la vida diaria

 Perspectiva vital de la vida a través del ser humano

La pertinencia del pensamiento paradójico nos humaniza, humilde forma de concebir que todo los que hacemos como individuo u especie tiene un efecto colateral, la paradoja, el lado oscuro o claro del vitral. Así como la cultura nos sujeta igual nos autonomiza, guardar la sabiduría ante la paradoja, sabiendo que los extremos conducen al caos nos recuerda el pensamiento de Rivarol: Lo más difícil en periodo de perturbaciones no es cumplir con el deber, sino conocerlo. Reconocer que el sapiens también es al unísono demens!

Podrán nuestros decidores sociales, impregnarse de esta idea dual? Más aun, tendremos un día, sumando individuos la masa crítica suficiente para añadir la sabiduría de la paradoja y por consiguiente la búsqueda del justo medio oriental a la sociedad occidental? Al menos, la educación se impregna cada día de los nuevos métodos de alta tecnológicos (Jenkins, J. 2006), ella podrá ayudarnos a comprender mejor nuestra propia incomprensión.

Acaso las sociedades orientales aun recuerdan la paradoja del ying y el yang? Aparentemente por los signos de violencia en contemporáneo tiempo, no es así.

Podremos crear el justo medio entre el homo oeconomicus y el homo estheticus? Entre el prosaicus y el poeticus? Ya nos prevenía Juan de la Cruz: la mente; nube oscura de donde viene toda claridad!

La verdad, la realidad, no son perceptibles con las disociaciones disciplinarias de la ciencia (Far, J. 2006), tampoco con las concepciones reductoras, lo humano y lo inhumano corre en nuestras venas. Encontraremos (construiremos) el justo medio original y sostenible? Seremos capaces de encontrar el justo medio, basándonos en un proyecto de humanidad que tenga como fin último el respeto irrestricto a la vida en toda sus manifestaciones? Comprendiendo que el fin no justifica ningún medio, y que el único fin valedero es el respeto a lo vivo con amor y honestidad.



Bibliografía

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