domingo, 20 de mayo de 2012

LUNA DE EVA

LA LUNA DE EVA


Compré los Cuentos de Eva Luna de Isabel Allende en el kiosco de periódicos que se encuentra en el interior del estacionamiento del terminal terrestre de Ibarra. Desde hace unos años intento leer literatura escrita por mujeres. Tal vez buscando entender a través de las letras el misterio del amor femenino.

Obviamente, he aprendido muy poco, pues la mujer generalmente se enseña en la cotidianidad y poco a través de signos ni metáforas.

Siguiendo una no tan nueva costumbre, abordé la lectura del libro de atrás para adelante, empezando con el último cuento titulado: De barro estamos hechos. El inicio era el siguiente: “Descubrieron la cabeza de la niña asomada en el lodazal, con los ojos abiertos, llamando sin voz. Tenía un nombre de primera comunión, Azucena…”. Narra la historia del periodista Rolf Carle ante la catástrofe de una niña sepultada entre el lodo. Ese lodo que le recordaba su propia opresión ante la realidad. Sin embargo y a pesar de ser uno de los cuentos mejor logrados – lo confirmaría al leer casi todo el libro – el final me dejaba una cierta insipidez. “Estas de vuelta conmigo, pero ya no eres el mismo hombre. – como su pudiéramos ser los mismos luego de tanta vivencia -. A tu lado, yo espero que completes el viaje hacia el interior de ti mismo y te cures de las viejas heridas. Sé que cuando regreses de tus pesadillas caminaremos otra vez de la mano, como antes”.

Sé muy bien que nunca regresamos al antes. Todo es anonadantemente nuevo en la vida. Aun cuando torcemos la espiral, los actos no son idénticos. En realidad jamás volvemos, solo nos repetimos.

En Niña perversa, el relato se lanza al ruedo con este párrafo: A los once años Elena Mejías era todavía una cachorra desnutrida, con piel sin brillo de los niños solitarios… narra la historia de un encuentro tórrido y pederastio que se desvanece en el tiempo para la mujer pero se convierte en un alfiler en la memoria de J.J. Bernal. La historia concluye con una frase bastante bien lograda “no guardaba ningún rencor de aquel jueves remoto”.

Pero quizás el más representativo de lo que quiero contar es el cuento titulado Si me tocaras el corazón. Inicia con este texto: Amadeo Peralta se crió en la pandilla de su padre y llego a ser un matón, como todos los hombres de su familia. El final es tan insustancial y descolorido, o será que me he vuelto muy exigente luego de tanta lectura. Es el amor de un cacique que encierra a su amada toda su vida en un desván. El texto se extingue con este párrafo: “No sabía porque estaba en esa tumba y poco a poco olvido también el mundo de la luz, abandonándose a la desdicha”.

Este libro fue publicado por vez primera en 1990 reza la solapa interna de la caratula. 9 años después fue Random Hause Mondadori S.A quien realizaría una segunda impresión. En 1990 yo estaba en pleno apogeo como estudiante de medicina y en la política en la universidad e Isabel Allende no existía en mis imaginarios literarios.

¿Pero por qué me he dedicado a este recorrido desordenado de cuentos inconclusos y temas enredados? Percibo que los finales de los cuentos de Eva Luna no se corresponden ni en creatividad ni en estética con los inicios. La expectativa que abren los personajes narrados en sus primeras líneas, no siguen, no rematan con el misterio y el arte necesario. Se percibe la cotidianidad, la casi normalidad en el gesto ultimo y entonces todo vuelve a la insípida normalidad. El cuento se deshace. No siempre, pero si generalmente.

En realidad, se percibe que Eva Luna no conoce el verdadero final de sus cuentos. Es casi imposible saber el final de su propia creación, porque es como los humanos que liberados del big ban creador adoptan personalidad propia y de deshilvanan en el destino. Es muy difícil crear un final adecuado para un cuento porque en realidad el final no existe, es una invención de nuestro imaginario, igual que la vida misma.

Aun luego de muertos, otro toma el relevo y la vida continua llevando las trazas del pasado. Las huellas emocionales, las piedras en ruina. El polvo de la creación ultima por reciente.

No existe ni el principio ni el final. Nunca sabemos en qué momento comenzó la historia, ni cuando acaba. Arbitrariamente damos nacimiento a la primera palabra e intentamos decir la última pero es solo eso: un esbozo arbitrario de las almas organizadas que recurren a brújula para vivir.

c.montufar@copyright2012











miércoles, 16 de mayo de 2012

ENCUENTROS CON LA COMUNIDAD



MUELLECITO DEL RECINTO SANTA ROSA

COLABORACION DEL PROYECTO DE RED DE ATENCION PRIMARIA EN SALUD CON PARTICIPACION CIUDADANANA.

El puente hacia el pueblo desde el mar, fuente de vida.

GENERO SALUD Y DERECHOS HUMANOS