miércoles, 16 de octubre de 2013

CUADERNO DE CAMPO: EXORDIO NUEVO LIBRO








Género, sexualidad y sociedad pretende exponer las intrínsecas relaciones entre estos temas y el desencuentro que los mitos y tabúes añaden en el imaginario de la realidad contemporánea. Reconociendo al femenino y al masculino como complementos naturales y morales, comprensión y disyuntiva a una dicotomía confrontante, y como tal aciaga al desarrollo espiritual humano.  
Vivir el género implica el desafío  de asumirse en el cambio de patrones de pensamiento y conducta, re-inventarse a sí mismo en una relación fructífera de crecimiento mutuo que conlleve la paz y contribuya a la armonía del vivir y al éxito como proceso cotidiano o como sentenciaba Judith Butler en cuanto a la relación con nuestro universo: El mundo lo configuramos, no solo lo encontramos…
El segundo ensayo: Mito, identidad y ritual del Otro, se establece cual vinculo centinela   en el cognitivo del re-hacerse a si mismo.
La próxima gran revolución, si de grandes cambios nos referimos, deberá ser de conciencia global, de identidad general, de respeto holístico, de ecología universal, comenzando con la paradoja, de que el otro o lo otro, soy yo mismo, y que el todo depende tan solo de la percepción.

INDIFERENCIA Y DEVENIR


C. Montufar Salcedo

Intentaba comprender la teoría de la utilidad esperada (TUE) utilizada en la toma de decisiones y la teoría de los juegos, como parte de la materia Teoría del Conflicto II del profesor Alzate Sáez, cuando el concepto de la no elección desvió mi atención. En ese preciso instante decidí que escribiría este texto, aunque en ese momento aún no intuía que se convertiría en “Indiferencia y devenir”.

“Cuando evaluamos dos alternativas, x e y, un sujeto debería preferir x a y o y a x, o las dos, en cuyo caso es indiferente entre ambas…”

Fue esta conclusión la que martilló mis sentidos. Si eliges las dos opciones, es decir si no eliges, es porque en realidad ninguna de las dos te interesas demasiado. Te son indiferentes. Este concepto de indiferencia estaba en franca oposición con la idea preconcebida de importancia semejante de las dos opciones, lo cual creaba conflicto ante la decisión, inhibiéndose de establecer una diferenciación suficiente que facilitara la eliminación de una opción y la toma de otra. No se me había ocurrido que la indecisión pudiera ser indiferencia.

Lo que la (TUE) estaba tratando de exponer, era que puedes darte el lujo de no elegir entre dos opciones cuando ninguna de las dos es lo suficientemente importante en relación a tus deseos y necesidades. Prefieres permanecer en el statu quo. Es más cómodo no elegir.

Esta indiferencia implica un cierto conocimiento de las consecuencias posibles de las dos opciones no tomadas; las cuales en apariencia y según la Teoría de la Utilidad Esperada no tendrían mayor deferencia para el sujeto decidor, pues se permite no tomar ninguna. Obviamente existen otros factores como la cantidad de tiempo dedicada a esta indecisión y las razones coadyuvantes relativas al contexto que podrían favorecer a esta espera. Podría el decidor esperar el momento más apropiado para decidir, mostrando que si estaba interesado en alguna de las dos opciones pero que solo buscaba el momento más prudente y efectivo para tomar la decisión. Si bien son importantes estos factores, entran en el campo de la especulación, por lo cual no voy a referirme a ellos en profundidad.

Estas circunstancias harían suponer que el decidor conoce las consecuencias derivadas de una u otra opción, es decir el decidor conocería el futuro.

En el texto “La ignorancia” de Milan Kundera, el sujeto principal de la obra es la aseveración que es imposible conocer el sentido del presente, cuando se ignora el devenir. Como juzgar una acción cualquiera si no se conoce su consecuencia de manera justa y precisa. Ningún supuesto decidor conoce las consecuencias de su opción tomada de manera cierta y justa, pues el futuro se nos escapa a toda previsión; podemos predecir circunstancias de poca importancia y con justeza en el tiempo, como si vertemos demasiado café en la taza, esta rebozara, pero cuando se implican otros sujetos la complejidad es aún más intolerable.

Por consiguiente se me ocurre que si cuando evaluamos dos alternativas y preferimos ambas, decir que ellas nos son indiferentes, implica un inmenso grado de ignorancia, tanto del supuesto decidor que no elige, como del observador, que podría ser el profesor Alzate, si su texto es original o de mí mismo en tanto segundo observador y escritor de este artículo. No es plausible definir la indiferencia cuando ni nosotros ni el supuesto decidor conocen a ciencia cierta las consecuencias de sus actos. La supuesta indiferencia existe tan solo porque no conocemos el devenir. No conocemos la consecuencia de las decisiones y por consiguiente podemos ser indiferentes ante lo desconocido. La cual es una postura, me parece muy inteligente ante el misterio de la vida y su dosis de ansiedad inherente.

La indiferencia ante las opciones es posible en tanto en cuanto ignoramos el proceso del devenir. Podemos permitirnos no involucrarnos evitando deferir, tan solo porque somos absueltos por el desconocimiento de los resultados de nuestros actos. Esto sin embargo no conlleva deslindarnos de la responsabilidad de cada decisión tomada o no tomada. La indiferencia existe tan solo porque no conocemos el devenir.