jueves, 19 de diciembre de 2013

SALUDABLE DERECHO

SALUDABLE DERECHO
C. Montufar


..allá donde la Tierra se divide, 
ya bebí todas las aguas...
Ana C. Blum

Leonard street es una calle londinense, que a pesar de no pertenecer al centro metropolitano de la ciudad, guarda el ímpetu de la capital anglosajona. En el año 2004, estuve unas semanas recibiendo un curso de introducción, previo a asumir la coordinación médica de Medical Emergency Relief International en algún proyecto del África central. El curso se realizó en la sede que queda en Londres. Casi lo único que recuerdo de aquél encuentro era la proclama de la salud como un derecho humano fundamental. En las múltiples paradojas, de las cuales he sido testigo, llamó mi atención que una organización benévola y de caridad privada, adhiera a un criterio fundamentalmente estatal. Más aun recordé el nombre de una ONG salvadoreña, que ya en los noventas se denominaba “Médicos por el derecho a la salud”. Con ahínco tomé nota del precepto, al cual, yo también me sumía con voluntad.
Años después, en uno de mis viajes pasaría por Cuenca, ciudad ecuatoriana, que guarda aún más encanto, que su homónima antecesora en España. Allí se desarrollaba el congreso por la salud y la vida, creo era el mes de abril del 2007, yo volvía en vacaciones de una tórrida misión en el Congo.
Aquél congreso produjo la declaración de Cuenca, que proclamaba una salud equitativa, digna y de calidad. Básicamente, se hablaba de la salud como un derecho fundamental del ser humano y su aporte estratégico al desarrollo económico. Un año después, encontraría plasmado en un artículo de la nueva constitución esta misma máxima:
No existía aun traducción al francés de la constitución, pero siendo este párrafo del artículo 32, relativamente pequeño, le traduje y presenté como icono de avanzada en el acceso a los servicios de salud, en el ciclo de conferencias organizado por Medicus Mundi y la dirección de salud de la Republica Democrática del Congo en la ciudad de Matadi. “La salud es un derecho que garantiza el Estado, cuya realización se vincula al ejercicio de otros derechos, entre ellos el derecho al agua, la alimentación, la educación, la cultura física, el trabajo, la seguridad social, los ambientes sanos y otros que sustentan el buen vivir.”
Hoy, 2013, casi una década después, reconozco en la experiencia, que los derechos están fuertemente ligados a los presupuestos. Acabo de leer que el paludismo, que estaba prácticamente erradicado en Grecia en 1974, está resurgiendo debido a los recortes en los servicios de salud pública.
En el recorrido, encuentro palabras y hechos significativos como aquello de reconocer a la mente y al espíritu, a la armonía social con la naturaleza y con el cosmos, como elementos fundamentales de la salud. O como el Dr. Noboa quien al hablar sobre salud mental añadía que esta especialidad ha sido parte de la lucha de los oprimidos por reivindicar los valores humanos, la felicidad perdida y la capacidad de soñar.

De una u otra manera, percibo un hilo conductor, casi invisible, que se desliza en el espacio longilineo, al cual llamamos tiempo; paradójico y afecto al misterio ya veces a la ansiedad del desconocimiento, o como diría Gelman, el juan poeta: «Los arboles tocan la mañana para que sea feliz y eso es un destino y no va a ninguna parte”. 

Copyright C. Montufar

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