jueves, 21 de junio de 2012

CEZANNE Y LOS IMAGINARIOS

En el invierno de Bruselas, solía refugiarme en los centros comerciales de la rue de Roger, y en ellos, las librerías me seducían con sus ediciones extraordinariamente baratas de la editorial Taschen de Colonia.


En Ecuador, la reedición de la editorial Cordillera de Chapultepec y alguna promoción estratégica, me ofrecieron a Paul Cezanne (1839 – 1906) en papel brillante fondo blanco.

Cesanne me impresiono en tanto precursor de la modernidad con uno de sus oleos intitulado Bañistas que reposa en el Metropolitan Museum of Art de Nueva York, datando de 1875 - 77. La desnudez casi impúdica y elegante me recordaba al Medievo, aunque en esa época el desnudo llevaba una tónica mística. En Grandes bañistas, un oleo de 1900, una figura me impresiona, un hermoso y robusto cuerpo de mujer arrimado a un árbol que se deja suponer frondoso, se reposa con los brazos entrecruzados sobre su cabeza, mientras su pierna izquierda se flexiona cariñosamente.

Todas las formas son femeninas, como queriendo generar el encanto discreto de la intimidad. Aquella intimidad que sin embargo es más perceptible con la realidad de la pareja. En los baños romanos, esta imagen seria culturalmente más asequible. ¿Cuál era la búsqueda de Cezanne con estas bañistas? El pintor solida decir que la luz no es una cosa que pueda reproducirse, sino algo que pueda representarse con colores. Comprendo que la blanca tersura de la piel de las bañistas, gozaba de un atractivo lumínico mucho más apetecible que la misma sensualidad de los trazos femeninos. Percepción que es ahora su mayor atractivo. La imagen cambia con el tiempo, no por sus trazos sino por la interpretación que de ella nuestro imaginario contemporáneo y cultural nos permite.

C. Montufar
 Grandes baigneuses, oleo sobre lienzo, 133 x 207 cm. The Barnes Foundation

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