lunes, 29 de diciembre de 2014






El sabio puede cambiar de opinión. El necio, nunca.
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Immanuel Kant (1724-1804) Filosofo alemán.
Fuente:http://www.proverbia.net/citastema.asp?tematica=47

RELATOS PROFANOS  DEL VIAJERO DE SANA I

“Cui prodest” era el texto latín, gravado en el pórtico de la casa con paredes de adobe. Por un instante mi memoria me trasladó al Punín de antaño, donde las casas eran lentas y la tierra eterna. Pero no era en Punin donde mi presente me llevaba. “Cui prodest” estaba escrito en letras doradas sobre un trozo de madera café caoba, prolijamente lacada; aunque el polvo del desierto se mostraba discreto pero presente.
-As salamu aleikum- dije, casi por reflejo condicionado, ante la presencia del hombre de turbante blanco en el pórtico.
- Wa`alaykum assalam- respondió. Mi alegórico espíritu logorreico no se hizo presente. Mi dominio del  árabe es muy efímero y temo que un error en mi dicción pueda confirmas la sospecha de ser identificado como un falso turista. La gente es amable y me permiten caminar por las calles como un fantasma proveniente de otro mundo y de otro tiempo. Probablemente del Punin de los sesentas, un mundo andino que aunque demorase mil años en disertar, jamás seria comprendido. Los seres humanos solo aprehendemos lo que re-conocemos. Hacen falta muchas vidas para vivir la multiplicidad de espíritus. Aquí, tan lejos de mi origen y tan cerca de mí mismo, en la península arábiga, en el Yemen reunificado.
Los yemenitas me dan la impresión de ser muy reservados con los extranjeros. Yo, latinoamericano, que por el sincretismo de mis genes, nada me es completamente extraño, siento el polvo blanco amarillento en las calles y paradójicamente, percibo una sensación de familiar comodidad, en estos parajes.

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